lunes, 24 de noviembre de 2014

Cuando cientos de estudiantes se suicidan porque no pueden aguantar la presión

Por Carme Chaparro
 
Todo podría quedar en una serie de anécdotas de las que asombrarnos desde la distancia.

Decenas de aviones que retrasan su despegue o cambian su ruta para que su ruido no distraiga a los estudiantes. Oficinas que abren más tarde para que no se formen atascos a primera hora de la mañana y así dejar calles y carreteras libres. Un plan especial de transporte en todo el país para que los estudiantes lleguen a tiempo. Despliegue extra de las fuerzas de seguridad para garantizar que nadie se quede fuera. Incluso la Bolsa modifica su horario para no interferir en el desarrollo de la prueba.  Madres que rezan y realizan ofrendas en los altares para que sus hijos saquen una nota que no deje a la familia en ridículo.

Un país entero conteniendo la respiración, casi literalmente, durante las diez horas que dura la Suneung, la selectividad surcoreana. Una prueba que determinará no sólo en qué universidad podrán estudiar los jóvenes, sino dónde podrán trabajar, qué sueldo ganarán, qué lugar ocuparán en la escala social e incluso con quién pueden aspirar a casarse

Es lo que ocurre, en Corea del Sur, cada año, coincidiendo con el día en el que se celebra la Selectividad. ¿Imaginan algo así en España? ¿Imaginan a un país entero al servicio de esos estudiantes que se juegan su futuro universitario?

Pues imaginen ahora la presión sobre esos estudiantes. 640.000 acaban de pasar este año por ese trance. De la nota que obtengan –y que no sabrán hasta dentro de un mes- dependerá la universidad en la que ingresen y su futuro profesional: en qué empresa trabajarán y con qué puesto, incluso el hombre o mujer con el que podrán casarse; y, por lo tanto, su estatus social.

Han trabajado toda la vida para ello. Desde bien pequeños la presión es tal que Corea del Sur tiene la mayor tasa de suicidios de estudiantes de todo el mundo, con el mayor pico el día en que se entregan las notas del Suneung. El suicidio es la primera causa de muerte entre los jóvenes surcoreanos, incapaces de aguantar las exigencias de padres y profesores. A las largas jornadas en la escuela se añaden extenuantes clases extraescolares. Según la OCDE, un estudiante surcoreano pasa 16 horas a la semana más en clase que la media de los países desarrollados, a lo que hay que sumar después el estudio ininterrumpido en casa. Durante los dos años previos al Suneung, la media de horas de sueño de un estudiante es de cinco al día. No es de extrañar que sean los menos felices del mundo.

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