Por Andrés Beltramo Alvarez. Corresponsal
Ciudad del Vaticano, 28 Oct (Notimex).- “No vinimos hasta acá a hacer diplomacia vaticana, sino a decir lo que pensamos”, aseguró Juan Grabois, organizador de la inédita cumbre de movimientos sociales del mundo.
El “Encuentro Mundial de Movimientos Populares” inició la víspera y será clausurado mañana miércoles, con la participación de los Sin Tierra de Brasil hasta los Cartoneros de Argentina, por primera vez en El Vaticano.
Grabois, delegado argentino del Movimiento de Trabajadores Excluidos aseguró que han encontrado “una gran receptividad” en la sede católica a sus ideas.
Denunció que “existen intereses creados detrás de un intento por silenciar a los movimientos populares y esos intereses van a desplegar su arsenal discursivo contra lo que hagamos, pero no nos preocupa ni asusta”, añadió en declaraciones a Notimex.
El Papa Francisco decidió por primera vez acoger a más de 150 delegados de grupos y organizaciones sociales, algunas de las cuales representan al comunismo más radical (el troskismo) y son, a menudo, acusadas de favorecer la violencia.
Grabois se desmarcó de los violentos porque “nosotros estamos en contra de toda forma de violencia, aunque existen actitudes individuales”, aclaró.
Precisó que los movimientos están de acuerdo en manifestarse de manera popular, pero “nunca con la violencia”.
Reconoció, además, que existe un debate al interior de estos grupos sobre ese tema y apuntó: “la gran mayoría somos partidarios de las manifestaciones pacíficas y legales”.
Sobre el respeto a la legalidad y al orden público de parte de estos organismos existen dos posturas en el resto de la sociedad: las preocupaciones genuinas, de “buena leche” y las que son preocupaciones “mala leche” de fariseos e hipócritas.
Precisó que este encuentro fue pensado como “un espacio de intercambio, de debate, de discusión y fundamentalmente de propuestas concretas, protagonizado por quienes efectivamente sufren la cara más aguda de la injusticia social en el mundo, que es la exclusión”.
“Participan varios sectores sociales: los trabajadores de la economía popular, los informales, precarizados, migrantes, campesinos, los sin tierra, los pueblos originarios, las personas que habitan en las villas de emergencia”.
También quienes viven en asentamientos informales o que están en riesgo “de perder sus casas por la especulación inmobiliaria”, describió.
“Son personas que se han organizado para pelear por los derechos básicos como el acceso a la vivienda, a la tierra para cultivar y al trabajo con derechos”, agregó.
Recordó que el pontífice desde su tiempo como arzobispo de Buenos Aires, “siempre acompañó procesos”, especialmente “aquellos encabezados de manera genuina por los sectores populares”.
Destacó que “él vio cómo sufrimos y cómo peleamos para mejorar la situación nuestra, como la de muchos compañeros y compañeras que la estaban pasando muy mal en Argentina”.
“Conoce nuestras intenciones. Sabe que son motivaciones humanas, buenas y que merecen ser escuchadas, para que cada uno tenga la oportunidad de juzgar pero desde un conocimiento profundo y no de un prejuicio construido por la imagen proyectada por otros, sin tener en cuenta la voz de los propios excluidos”, dijo.
Descartó estar preocupado por los prejuicios que puede generar la reunión en el Vaticano y ante la pregunta sobre si le preocupa que la usen para acusar a Francisco de comunista, respondió: “Mientras a él no le preocupe, a nosotros tampoco nos debe preocupar”.
Anticipó que durante el encuentro se está discutiendo una instancia de coordinación entre todos los movimientos populares que permita, al menos, realizar campañas conjuntas sobre tres grandes temas: el derecho a la tierra, el derecho a la vivienda y el derecho al trabajo digno
Aclaró que no sería una estructura dependiente del Vaticano, “primero para cuidar al Papa Francisco y que nadie le eche la culpa de los líos que haremos nosotros”.
Además –porque muchos “de los compañeros y compañeras” no son católicos, lo cual no quiere decir que la Iglesia no tendrá una participación y un acompañamiento.
“(Con esta iniciativa) creo que (el Papa) está tratando de enseñarnos a todas las personas de buena voluntad que si no recogemos las banderas de la lucha por la dignidad humana el mundo puede terminar muy mal”, sentenció por último.
NTX/ABA/JEH
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