Un día como hoy, pero de 2004, eran sólo niños. Algunos ya luchaban contra la adolescencia, mientras repartían su tiempo entre la escuela y los entrenamientos, siempre con un objetivo claro: ser basquetbolistas profesionales. Otros apenas habían pasado la década de vida. Picar la pelota era tan sólo un lindo pasatiempo, al igual que las consolas de videojuegos o las caminatas callejeras con los amigos del barrio. Pero ese 28 de agosto, pese a los miles de kilómetros que los separaban, algo los unió: la final de la selección argentina ante Italia, por los Juegos Olímpicos de Atenas. Frente a los televisores de sus hogares, vibraron, festejaron y se emocionaron con una jornada histórica para el deporte argentino, con un podio digno del realismo mágico.
Un día como ese, pero de este año, ya son hombres, deportistas profesionales. Sus carreras, quizás, no son tan largas, aunque sí intensas. Hoy, ya sin distancia entre ellos, otra vez vuelven a estar unidos por un hecho que marcará sus vidas: en dos días, debutarán en el Mundial España 2014, nada menos que junto a algunas de las estrellas que se colgaron el oro olímpico.
A diez años de hito más importante en la historia de basquetbol argentino, canchallena.com te cuenta quiénes eran y que edad tenían los jóvenes que hoy sueñan con dejar su huella en la selección.
Facundo Campazzo. Su imagen es hoy una inspiración para muchos jóvenes que hacen sus primeras armas con la pelota naranja. Incluso, se convirtió en uno de los personajes principales en las gráficas oficiales de la selección argentina. En el centro, escoltado por hombres como Luis Scola y Andrés Nocioni, hace de carta de invitación para fanáticos y sponsor de "El Alma", la marca del equipo en los últimos años. Facundo Campazzo, con 23 años, tiene peso propio en el equipo. "Me tienen que pellizcar para saber si es verdad. Me parece un sueño todo lo que me está pasando. Pero tengo los pies sobre la tierra, estoy tratando de disfrutarlo. A seguir aprendiendo", dice el base, que tuvo hace dos años su primera gran experiencia con el equipo en los Juegos Olímpicos de Londres, a este medio.
En 2004, Campazzo tenía tan sólo 13 años. "Era un nene. ¡Más nene! Jugaba con los amigos en un club de barrio: el club Municipal", recuerda. Pero así como confiesa que vivía con una pelota en la mano, también reconoce que no era seguidor de los partidos de la selección argentina.
"Miraba los partidos más interesantes, te voy a ser sincero (risas). Empecé a ser más seguidor cuando empecé a jugar en la Liga Nacional. Veía básquetbol, pero no tantos partidos, sino los más importantes, los más serios, lo que valía la pena ver", cuenta Campazzo, que aclara: "Me acuerdo del oro, me acuerdo del tiro de Manu con seis milésimas. Estaba en el colegio aún, me acuerdo de haber disfrutado mucho".
Nicolás Laprovíttola. En 1996, con tan sólo seis años de edad, Nicolás Laprovíttola salió del cine junto con sus hermanos y su madre, la hoy diputada nacional Margarita Stolbizer. La película Space Jam acaba de sembrar una semilla en su interior que definiría, sin saberlo, su destino. "Mamá, quiero jugar al básquetbol", dijo el pequeño. Así fue que comenzó a jugar en las divisiones inferiores de Deportivo Morón y se siguió enamorando de un hobby que se convertiría en una profesión. Ocho años después, el fanatismo era mayúsculo. Por eso, ¿cómo vivió el triunfo de oro? "Pfff. Hinchando, ¿no? Torciendo, como se diría en Brasil. Ya jugaba bastante al básquetbol", responde Laprovíttola en diálogo concanchallena.com. "Me volvía loco con los partidos. Ya en 2002 lo seguí bastante y en Atenas lo sentí mucho", agrega.
A dos días de su debut en el Mundial, el base, que comparte puesto con Campazzo -también compañero de habitación- y Pablo Prigioni, rememora las primeras sensaciones que atravesó cuando se entrenó por primera vez con los ídolos de su infancia. "Al principio, me preguntaba: «¿Dónde estoy?» Con tan corta edad, había llegado a eso. Después, quería medirme para qué estaba, pero al primero me sorprendieron, me pintaron la cara", asegura.
Matías Bortolín, Marcos Delía y Tayavek Gallizzi. Son los más jóvenes del plantel y, por lógica, los más chicos en 2004. Delía tenía 12 años y Bortolín y Gallizzi, tan sólo 11. ¿Qué hacían aquel 28 de agosto? "No sé. Estaba jugando al Sega en casa", bromea el pivot de Regatas en una breve charla con este sitio. "No me acuerdo mucho. Soy de memoria floja. Creo que vi los partidos en mi casa", completa el interno de Boca.
Hoy, tienen la posibilidad de compartir plantel con jugadores de la talla de Scola, Herrmann, Nocioni y Prigioni. "Es un orgullo y una alegría muy grande, pero no esperaba que sean tan pronto", confiesa Bortolín. "Es hermoso. Por eso siempre digo que, por más de que haya presión, es importante disfrutarlo", sostiene Delia.
Marcos Mata y Selem Safar. Ellos, en cambio, son los más experimentados de esta camada de jóvenes. Por aquella época, con 18 años recién cumplidos, Mata comenzaba su carrera en Peñarol de Mar del Plata, equipo que después lo llevó al estrellato en la Liga Nacional, al tiempo que terminaba el colegio secundario. Seguir a la selección era casi una obligación para él. "Uno no se imaginaba que a uno le podía pasar (la posibilidad de jugar un Mundial). Estoy feliz de disfrutar esto con los nuevos y con la Generación Dorada, que siempre nos suma mucho", dice el alero, que jugará su segunda Copa del Mundo luego de su participación en Turquía 2010, a canchallena.com.
El sábado, en Sevilla y ante Puerto Rico, la selección argentina comenzará un nuevo camino mundialista. Además de las estrellas de la Generación Dorada, un grupo de jóvenes intentarán alcanzar la gloria. En el fondo, y como niños, sueñan con repetir un día como hoy, pero de 2004..
No hay comentarios.:
Publicar un comentario