MAR DEL PLATA.- Ya de rodillas y con las manos en alto, en el medio de la avenida y con el arma en el piso aún cuando el tiroteo no parecía terminado, el policía Walter Barrera intentó hacer señas como para que no le dispararan más.
Uno de esos proyectiles le perforó el cráneo y quedó alojado en el cerebro de Barrera, que sufrió severísimos daños que implicaron pérdida de masa encefálica. Mientras agonizaba, un peatón fue herido por los disparos de los asaltantes, que no dejaron de tirar mientras huían.
El oficial, de 34 años, murió a media tarde en el Hospital Privado de la Comunidad, donde había ingresado a la mañana con pocas chances de sobrevivir. Sus atacantes lograron escapar tras el crimen y aún no pudieron ser capturados.
Barrera recibió el impacto cuando, a las 9, de uniforme y camino a tomar servicio en la comisaría 8», paró en la avenida Peralta Ramos y Tripulantes del Fournier para hacer un pago en un local que tiene habilitada una caja para el cobro de impuestos y servicios.
Se cruzó con por lo menos cuatro delincuentes que intentaban robar en el comercio y llevarse un importante botín. Los ladrones golpearon e hirieron en la cabeza al encargado del lugar y cuando emprendían la fuga con unos pocos valores se enfrentaron a tiros con el oficial.
"El policía forcejeó con uno de ellos y enseguida empezó la balacera", declaró luego el comerciante que fue víctima del asalto.
Los vecinos, que resultaron ilesos de milagro en una zona plena de locales e intenso tránsito, contabilizaron entre 15 y 20 disparos. Varios de los proyectiles impactaron en paredes y en automóviles estacionados. Según fuentes policiales consultadas por LA NACION, los delincuentes tenían armas calibre 357 y 45.
Junto al cuerpo de Barrera quedaron siete vainas servidas que serían de su arma reglamentaria, que quedó en medio de un inmenso charco de sangre sobre el pavimento, según agregaron las fuentes consultadas.
Los asaltantes se fugaron en dos motos y en un auto. Lo hicieron sin dejar de disparar, ya que otro policía que pasaba por el lugar se detuvo para asistir a Barrera.
En el camino también hirieron a Pablo Castaño, un herrero de 38 años que fue alcanzado por una bala que le perforó el muslo y ambos testículos. Está internado y ayer iba a ser sometido a una cirugía.
El fiscal Juan Pablo Lódola, a cargo de la causa, dijo que se secuestró una moto que los ladrones abandonaron en su huida, y que buscan identificarlos con ayuda de algunas cámaras de seguridad de la zona.
Hacía pocos días que Barrera había comenzado a convivir con su actual pareja. Según se supo, tenía un hijo de una relación anterior y alternaba la función policial con el arbitraje de fútbol, que ejercía en divisiones infantiles del torneo local. Sus compañeros de fuerza elogiaban ayer su compromiso y valentía en el desempeño de su función.
La zona del tiroteo es una de las más calientes de la ciudad por la cantidad de delitos. Anteayer, en la misma cuadra, hubo otro asalto. Y a cinco cuadras del lugar, sobre la misma avenida, un niño de cuatro años fue baleado en la puerta de una heladería.
"No es un barrio peligroso, vivimos en una ciudad peligrosa", afirmó un comerciante de la zona. Acusan la escasez de presencia policial -los dos uniformados involucrados en el episodio de ayer pasaban de casualidad- y recuerdan que era una de las áreas que hasta hace poco tiempo era custodiada por la Prefectura, como parte de un plan de refuerzo de la seguridad para un destino acosado por el delito.
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