jueves, 31 de julio de 2014

Drones si, Drones no: la discusión

(www.neomundo.com.ar / Fuente: Agencia TSS, Especial por Natasa Loizou y Carlos de la Vega) Recientemente un grupo de intelectuales, académicos y defensores de los derechos humanos argentinos –algunos de ellos de enorme y merecido prestigio– enviaron una solicitud al Consejo de Defensa Suramericano (CDS) de la UNASUR manifestando su preocupación por el rol que los VANT (Vehículos Aéreos No Tripulados) están desempeñando en los conflictos modernos y su posible impacto en América Latina.
Básicamente las preocupaciones de los firmantes del documento se asientan en cinco cuestiones:
- Los VANT han sido desplegados en distintos conflictos en los últimos años, empleándose para violar el derecho internacional.
- Estos artefactos se emplean indiscriminadamente en guerras que no se declaran formalmente y se perpetúan a pesar de los escasos beneficios militares y políticos para los atacantes.
- Tiende a acostumbrar a las poblaciones de los países que los emplean al uso de la fuerza sin costo alguno, ya que minimizan las bajas y pérdidas materiales propias.
- Los VANT son parte de una nueva, lucrativa y poco transparente industria internacional de armamento que opera sin regulaciones y pretende masificar sus ventas.
- Estos aparatos son un nuevo dispositivo para erosionar aún más la soberanía de las naciones débiles.
Los drones en general, dentro de los cuales los VANT son una subespecie particular, forman parte de la enorme revolución tecnológica de los últimos 60 años posibilitada, en gran medida, por los avances en la electrónica, el software, las comunicaciones, la ciencia de los materiales, los medios de propulsión y la mecánica de precisión.
Estos adelantos, como tantos otros, han llegado primero a los ámbitos militares y posteriormente a los civiles. Todo cambio tecnológico genera un horizonte de incertidumbre que posibilita cuestionamientos éticos muy atendibles, aunque en su formulación es crucial saber distinguir "la paja del trigo".
NO DEMONIZAR
Los drones no están excluidos de las consideraciones conceptuales y éticas de cualquier otra tecnología. El empleo perverso que están haciendo de ellos algunas potencias mundiales, principalmente Estados Unidos e Israel, responde a culturas guerreras que derivaron en estrategias militares y doctrinas operacionales específicas. Pero no hay nada intrínseco en estas tecnologías que lleve a que indefectiblemente tenga que ser así. En otras manos, con otros valores y otras doctrinas, los resultados pueden ser bien distintos.
La aviación permitió el bombardeo táctico y estratégico moderno, que amalgamado con el manejo de la energía nuclear posibilitó los dos únicos crímenes de lesa humanidad realizados con bombas atómicas, Hiroshima y Nagasaki. Sin embargo, no por eso se piensa en condenar el uso de la energía nuclear in totum, o mucho menos prescindir de la aviación.
Los argumentos que sostienen que las actuales sociedades poseedoras de VANT se "acostumbran" más fácilmente a desplegar su violencia, ya que no ponen en riesgo vidas propias y que estos artefactos contribuyen a erosionar las soberanías de las naciones débiles, pueden perfectamente invertirse. Una nación pacífica, no dispuesta a acumular ingentes arsenales defensivos, puede hallar en los drones un excelente instrumento para garantizar su protección, disminuyendo ostensiblemente, llegado el caso del conflicto, el sacrificio de sus hombres y mujeres.
Si una nación con drones decide avanzar sobre otra, ¿qué recursos empleará esta última para contenerla o disuadirla?
Algo similar ocurre con las derivaciones para la seguridad ciudadana que pueden tener los VANT. Los riesgos no son diferentes a los que presentan otros instrumentos modernos, como las cámaras callejeras o los sistemas de monitoreo de Internet, y no por ello la solución es prescindir de estas tecnologías.
La consultora estadounidense Frost and Sullivan ha calculado el mercado internacional de VANT para el período 2011 a 2020 en US$ 61.000 millones, siendo Estados Unidos e Israel actualmente los dos mayores productores y vendedores de estos equipos.
Argentina posee el mayor programa de desarrollo de aviones no tripulados de la región, el SARA (Sistema Aéreo Robótico Argentino), iniciativa elaborada por el Ministerio de Defensa entre 2010 y 2012.
Este programa contempla el desarrollo de VANT Clase II y III para vigilancia y control de los grandes espacios territoriales nacionales, brindando adicionalmente una oportunidad inmejorable de abrir un nuevo subsector industrial centrado alrededor del desarrollo de varias tecnologías duales de alto valor agregado, principalmente todo lo atiente a subsistemas de guiado y control, comunicaciones, sensores y propulsión aeronáutica.
El SARA fue concebido no sólo para proveer a las necesidades nacionales sino para proyectarse también a los mercados mundiales, teniendo como responsable del programa a INVAP, la empresa estatal rionegrina que sobresale por su capacidad de gestionar exitosamente proyectos tecnológicos de alta complejidad (reactores nucleares, satélites, televisión digital, etc.) y que goza de un intachable record ético, reconocido dentro y fuera del país.
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